Christian Salamon

la insurrección de los grasas Mientras Macron va a toda velocidad por la autopista neoliberal y la derecha conservadora se nutre del miedo, a caerse de la clase entre otras cosas, París volvió a ser la fiesta que arman en la calle los desencantados. Desde que irrumpieron, la pregunta sobre quiénes son y qué quieren los chalecos amarillos no encaja en ninguno de los antiguos casilleros de la representación política.